Editorial (I)

La idea de crear Danzavoces nace por una preocupación: bailamos y nuestro público es escaso, más allá de eso, pocos comprenden lo que realmente hacemos, entonces ¿cómo hacer que la gente entienda la danza?

Para los bailarines, la danza es más que una profesión, es un modo de vida. El trabajo resulta ser un esfuerzo físico e intelectual que desea ser mostrado sin palabras, sólo a través del movimiento. Genera sensaciones, emociones, ideas e incluso posturas frente a un concepto.

Quienes iniciamos este espacio, somos bailarinas. Pero a la vez, somos profesionales del periodismo, y está latente la inquietud de darle valor a lo que hacemos y hacen nuestros colegas, los artistas que transmiten a través del cuerpo, arte.

La danza ya tiene movimiento, por lo tanto se puede ver. Nosotras decidimos darle voz, transformarla en palabra y hacer que se escuche. Desde nuestro entorno, comprendemos la labor y el esmero que va detrás de un espectáculo, los procesos personales y grupales, las rutinas y temores que conlleva una presentación artística donde la danza es protagonista.

Queremos hacer que nuestros lectores lo entienda también, y que las salas se llenen con más entusiasmo para llevar el mensaje de la danza como arte, como educador de sociedades, como generador de cultura y como entretenimiento.

Iniciamos este espacio con la osadía de generar cambios en nuestro medio y con el entusiasmo de atraer a quienes aun no han descubierto lo gratificante de observar artistas que usan el cuerpo como pincel y el espacio como lienzo.

Son los bailarines, coreógrafos, maestros y gestores los que forman  parte de Danzavoces, con quienes contamos para proyectar la danza más allá del escenario. Para darle voz a quienes hablan con el cuerpo.

¡Que se escuche la danza!


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